martes, 6 de diciembre de 2011

Historias de la Gran Vía IV: Carta desde el tejado

Ya hace seis meses que me fui. Escribo esto sabiendo que nunca lo vas a leer, quizás por eso sea más valiente y me atreva a expresar todo aquello que nunca supe decirte. Aún es pronto para que perdones todo el daño que te hice, ojalá me hubiese dado cuenta antes. Desde aquí solo veo que estas triste, demacrado, con pocas ganas de vivir. Cuanto me gustaría animarte para que salieses adelante, aún no te quiero cerca de mí. Todavía no.

metropolis Esta mañana he visto amanecer sentado junto a la estatua del edificio Metrópolis de la Gran Vía, no es la primera vez que lo veo desde ahí. Recuerdo que siempre me decías que te gustaría vivir en la cúpula, ver salir el sol desde su tejado me hace sentir que estas cerca y sin embargo estas tan lejos, puedo verte pero no tocarte ni sentir tu respiración o tu olor es el peor infierno al que me podrían someter.

No te imaginas lo pequeño y poco importante que se ve todo desde este lado. Es una sensación muy rara, al principio te sientes libre, puedes ir de un lado a otro con solo pensarlo, todo pasa sin tiempo definido, no comes, no te cansas, pero cada día que pasa ves mas claro que el resto la eternidad va a ser esto y te planteas si merece la pena, no se si estoy preparado para ver envejecer a la gente que quiero, verlos sufrir e incluso morir. No tengo opción.

Hoy por hoy lo único que me anima es encontrarte, verte todos los días, saber que saldrás adelante, que encontraras a alguien que te haga feliz. Ahora me doy cuenta que antes no te cuidé como te mereces, daba por hecho que nunca me fallarías y así fue pero a que precio, no vi que necesitabas paz, estabilidad y conmigo no la tenías. Puto egoísmo, no te hace ver más allá de la punta de la nariz, quieres abarcar tanto, saber lo que hay mas allá, que no eres capaz de apreciar lo que tienes a tu lado.

Sabes que te quise más que a mí mismo pero ahora soy consciente que no lo hice bien y ver que sufres me duele. Mi partida te ha liberado, fue muy duro hacerlo así a pesar de que aquella tarde pensaras cortar conmigo. ¿Qué lo habría soportado? Quizás, no lo se. Imagino que no me hubiese quedado mas remedio pero lo que es el destino, al final fui yo quien puso fin a todo de repente, sin preverlo, a lo nuestro, a mis problemas, a mi mismo.

Desde la marquesina del Rialto a diario veo como pasas camino del trabajo, cabizbajo, el frío que ya tercia en Madrid en otoño, a un paso de las Navidades, hace que vayas encogido, abrigado hasta las orejas, estas tan guapo. Con el tiempo me iras olvidando pero espero, deseo, que siempre me guardes en un rinconcito de tu corazón por que mientras sea así yo estaré cerca, cuidándote y vigilando como no lo hice en vida.

Ojalá pudieses leer esta carta aunque creo que en el fondo ya sabes todo lo que dice. Solo te deseo lo mejor y lo vas a tener, las buenas personas se lo merecen y tu lo eres. La tristeza que ahora tienes se irá, pasarás página, volverás a sonreír y yo lo veré desde aquí arriba, solo entonces descansaré en paz.

Te amaré siempre

Oscar

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