viernes, 15 de abril de 2011

Historias de la Gran Vía I, Asunción y el invierno.

-Un día frío para volver a Madrid- Pensó Asunción cuando después de mas de 20 años sin pisar la capital, se decidió a regresar desde su residencial actual en Valencia. No era la primera vez que había hecho intención de hacerlo pero siempre, por una cosa u otra, al final siempre desistía de hacerlo.

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Unas semanas antes su marido, Manuel, le había dicho que este fin de semana tenía pensado ir a ver a sus padres, esos que nunca la aceptaron, y quería ir con los chicos, Manuel de diecisiete años y Andrés de trece, la madre enferma terminal mostró su deseo de conocer a sus nietos antes de morir –Ahora se acuerda de ellos- le contestó pero no hizo muchos comentarios mas, al fin y al cabo era su madre y la abuela de sus hijos y estaba moribunda, que mas daba ya. Asunción se planteó entonces el viaje a Madrid, su casi desconocida suegra no la incluyó en su invitación, Manuel quiso que fuese también para así obligar a su madre a que de una vez por todas decidiese aceptarla como la buena mujer, esposa y madre que había sido y estaba siendo. Ella declinó la oferta, que derecho tenía en dar ese disgusto a la vieja en ese momento, a pesar de que por dentro pensaba que no merecía vivir por habérselo hecho pasar tan mal a su hijo, un hombre bueno como pocos. Desde el momento en que Manuel le habló del viaje, Asunción planeó el suyo propio, sin nadie que la acompañase, como siempre había pensado, él comentó que quizás no fuera buena idea ir Madrid ella sola pero Asunción le miró, sonrió y dijo –Es el momento-.

Últimos de Enero, a pesar de que el día era soleado, el frío hacía presa a todo aquel que se atrevía a pisar la calle. Madrid despertaba al fin de semana en un día típico de invierno. Asunción había dejado sus cosas en el hotel donde dormiría, cerca de Atocha. Se puso andar buscando el tímido sol de primera hora de la mañana, la temperatura no le daba miedo, días peores había tenido en su pasado, ese al que ahora veinte años regresaba –Mal día para trabajar- pensó. Desayunó un chocolate con churros en una cafetería cerca del hotel, eso aliviaría el frío durante un rato.

Podía pasar por una mas entre la gente que habita un sábado cualquiera la ciudad, al fin y al cabo ella había formado parte de ese decorado durante muchos años. Conocía bien toda la zona, fue andando por el paseo del Prado, comprobó que donde antes había una gasolinera y un edificio abandonado ahora había un museo, continuó hasta Cibeles pasando por Neptuno –Que bonito el hotel Palace- Oyó que decía una niña a sus padres –Ojalá no tengas que ir nunca como fui yo- se dijo para si misma, la niña se la quedó mirando, como si hubiese leído sus pensamientos, Asunción la miró pero rápidamente apartó la vista y siguió andando.

Desde Cibeles hizo unas fotos con la cámara digital que su hijo mayor le había dejado para que les trajese mejores recuerdos que los que él y su hermano tendrían de ese fin de semana con los abuelos en el pueblo. Se le vino a la cabeza la primera vez que vio todo ese entorno, tenía 18 años recién cumplidos, era Enero también como ahora pero de 1983, había llegado a la ciudad unos días antes desde el pueblo, cargada de ilusiones y con la cabeza llena de pajaritos, dispuesta a vivir la vida y con ganas de comerse el mundo –Que idiota era- pensó.

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Subió por la calle Alcalá, la vista de los edificios del Circulo, la torre Alcalá su favorito, el Metrópolis y el de la lado, que nunca se preocupó en saber si tenía nombre se le antojó mas bella que nunca, el cielo azul, que solo un día de invierno como aquel podía tener, con un sol apagado aún bajo, daba una luz maravillosa que la hizo ver todo con una magia que no recordaba. Se le vinieron a la cabeza mañanas trasnochadas de juventud pasadas de alcohol y porros después de largas noches de bares, música y risas.

Empezó a recorrer la Gran Vía, su objetivo desde que llegó, su calle favorita –La mejor de mundo- y todo a pesar de que no todo lo que había vivido allí había sido bueno, la parte mas oscura de su pasado había transcurrido entre sus esquinas. Fueron años duros, el dinero que sus padres enviaban no daba para pagar todos sus gastos, había que buscarse la vida, seguir estudiando y las noches eran caras, cada día mas, al alcohol era fácil que te invitasen, para lo otro no había tantos voluntarios.

Montera ya no estaba igual, ahora es peatonal, se alegró, antes era muy gris –Como cualquier lugar de trabajo- intentó auto convencerse de que aquello llegó a ser un trabajo como otro cualquiera aunque en el fondo sabía que no lo fue y menos cuando llegas por los motivos que ella lo hizo. Cada día mas enganchada y con menos dinero necesitaba ingresos rápidos y alguien le propuso el tema de la prostitución, al principio dijo que no, solo de pensarlo sentía nauseas pero sin saber muy bien como, quizás debido a una de esas noches de excesos, de repente se vio en una esquina de la Gran Vía, absorbida por la droga, sin apenas tener conciencia –Casi mejor- pensaba ahora veintitantos años después de aquel primer día de “trabajo”. No recordaba como fue con el primer cliente, ni con otros muchos, solo que de la panda de amigos que fue haciendo durante el primer año en Madrid fueron desapareciendo todos, en pocos meses se vio sola, como el primer día que llegó, o peor, sin ilusiones ni ganas de nada, solo había fuerzas para conseguir algo de dinero y alimentar al mono que la corroía por dentro y para eso daba igual como ni con quien, mientras hubiese para la dosis del día lo demás no importaba. En los pocos momentos de lucidez que le quedaban recordaba a sus padres y que por nada del mundo se tenían que enterar de lo que estaba pasando, les escribía cartas donde les decía que todo iba bien, que estudiaba mucho y aprobaba todo y que no podía visitarles por que entre la universidad, los cursos y el trabajo en la biblioteca no le daba tiempo para mas, a ver si para el mes siguiente juntaba un par de días libres… Y así pasaron 3 años.

Donde antes estaba el SEPU ahora había otra tienda que nada tenía que ver con aquella. La de veces que había entrado para ir a los servicios esquivando a los vigilantes que ya la conocían, a ella y a tantas como ella que daban mala imagen al establecimiento. La Gran Vía ya no es lo que era, las aceras eran mas amplias, los edificios mas limpios pero ellas seguían allí, ahora casi no había españolas, su lugar lo habían ocupados chicas del Este y sudamericanas, si bien es verdad que parecía que había menos –Aún es temprano- recordó, había llegado a Atocha a las nueve y solo eran poco mas de las doce.

Un día del mes de octubre de hace muchos años, alguien la despertó, serían las nueve o las diez de la mañana, estaba tirada en la calle, tapada con unos papeles de periódicos, junto al cine Capítol. Asustada por pensar que la podían quitar lo poco que llevaba encima trató de levantarse bruscamente sin conseguirlo, él la tranquilizó –No te preocupes, no pasa nada, todo está bien- No vio quien era, solo sintió un abrazo y una mano que le acariciaba la cara. A lo lejos vio la torre de Madrid en plaza España, borrosa, los ojos no le daban para mas. Hacia mucho que no sentía paz y aquel desconocido se la estaba dando y poco importaba ni quien era ni lo que quería –Me llamo Manuel- es lo único que recordaba de aquel momento, al rato se vio en un coche con dirección hacia Cibeles, recostada en el asiento de atrás, alzó la cabeza para saber por donde iba y por la ventana trasera del coche vio el cartel de la Schweppes como se alejaba, se quedó dormida.

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Sonó el móvil mientras miraba el famoso luminoso, era Manuel –Hola cariño, que tal- Bien, hace frío, que tal con tu madre- Bien se ha echado a llorar en cuanto han entrado los chicos- Habló todo el rato mientras parada contemplaba a la gente que pasaba, dos chicos agarrados de la mano se dieron un beso delante de ella mientras esperaban a que un semáforo se pusiera verde para cruzar hacia Callao, Manuel la hizo sonreír una vez mas con uno de sus chascarrillos, sabía como hacerla feliz a cada minuto, uno de los chicos la miró y le saludo con una sonrisa también, Asunción se lo contaba mientras pasaba y Manuel le dijo –Cariño es que enamoras a todo el mundo- Se dio cuenta que era la primera vez que se separaba de él y ya le echaba de menos. Desde aquella mañana de Octubre, todos los días de su vida había estado junto a ella, gracias a Manuel consiguió desengancharse y ser feliz, tuvo dos hijos y una vida maravillosa. Incluso consiguió terminar la carrera años después y con mucho esfuerzo pero siempre con el apoyo del hombre mas bueno que había conocido nunca.

Siguió paseando hacia la plaza de España, donde en los ochenta había cines ahora había teatros y estaban los famosos musicales que siempre había tenido ganas de ver, en el Lope de Vega ponían Los Miserables y se le ocurrió una idea. Se acercó y compró entradas, para ella y para toda su familia. La próxima vez que viniese sería con ellos. De aquel mundo ya no quedaba nada, se dio cuenta que había superado todo aquello y que los malos recuerdos se habían quedado atrás por fin –Solo es pasado-. La taquillera vio como a Asunción le caía una lagrima por la mejilla –hace mucho frío- pensó pero no dijo nada, Asunción sacó un pañuelo y se limpió la cara, dio las gracias y se despidió.

Un grupo de japoneses hacía fotos a la fachada del teatro. Un barrendero recogía unos papeles del suelo, dos chicas se le quedaron mirando, era guapo. Una joven saludo a la taquillera mientras entraba al teatro –Buenos días Raquel, preciosa- contestó la señora desde detrás de la ventanilla…

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Las otras historias de la Gran Vía:

jueves, 7 de abril de 2011

Alicia y los Escaparates

Siempre me han fascinado los escaparates. Es la tarjeta de presentación de cualquier negocio, depende como se vendan a través de ellos entraremos o no y como en todo, hasta en esto hay clases y no necesariamente en función del lujo que pueda haber dentro de las tiendas. Me llama la atención desde la manera de colocar los productos hasta los colores, materiales, objetos de decoración o incluso la iluminación que casi siempre realza la mercancía que venden. Hay escaparates tan bien montados que son pequeñas obras arte, efímero, de temporada, donde el escaparatista expone su manera de ver la vida, como le gustaría que fuese todo fuera, en la calle. En ese caso nos convertimos en una especie de Alicia en el mundo real mirando a través del espejo deseando  pasar dentro para ser protagonistas perfectos de la vida que se nos expone.

Hace poco estuve con una amiga dando una vuelta por el barrio mas elegante de la capital, el de Salamanca y, como no, por su famosa milla de oro, la calle Ortega y Gasset donde se exhibe el lujo detrás de los cristales como autenticas piezas casi de museo, aunque solo sea por lo inasequible para la mayoría de nosotros. Pues bien, en cuestión de escaparates, decepción total. Chanel parece una tienda de barrio, Jimmy Choo es como si acabasen de saquearla, Escada casi no se ve,  pero el que se lleva el premio gordo al horror es Giorgio Armani, ya otras veces he pasado por allí y siempre me decepciona, cuando vuelvo deseo que haya cambiado pero no, intenta mostrar el minimalismo del que hace gala su dueño pero mal, de poder ser un gran escaparate por su tamaño pasa a ser cutre, la ropa peor puesta en los maniquíes que haya en todo Madrid, he visto tiendas de chinos con mejor estilismo, para rematar esta última vez se veían unos inapropiados cables en el suelo que daban al conjunto un aire aún mas de aficionado. Lo único bien colocado, los precios, y se te quitan las ganas de mirar. No se si el señor Armani se paseará alguna vez por esta tienda, pero si lo hace y le gusta lo que ve es que no tenía tan buen gusto como yo creía. La única tienda de esta zona y de esta clase que siempre tiene un estilismo impecable, al menos para mi gusto, es Loewe, en la calle Serrano.

esc.zara Podían aprender de negocios con pretensiones mas humildes, en cuanto al público que va dirigido, aunque seguramente con un volumen de ventas, que como en el caso de Zara, sea mucho mas rentable. Nuestra tienda mas internacional tiene los mejores escaparates de Madrid, sobre todo los de la tienda de Gran Vía y por extensión el del resto puesto que todas siguen un estilismo similar que cambia por temporadas. El resto de cadenas de este corte, Mango, H&M, Springfield y otros similares tienen buenos escaparates también, sobre todo la cadena Sueca que anda cerca de la perfección de los Zara. Me hace gracia el estilo de los Desigual, nunca entro en las tiendas por que no acabo de encontrar mi lugar pero reconozco que es original, muy chulo el montaje de pantallas y luces de la nueva tienda de Callao que ocupa todo el edificio. Me aburre los de tiendas tipo Benetton o Lacoste, previsibles, todo lo contrario que Custo Barcelona que a pesar que me pasa lo mismo que con Desigual, los escaparates suelen estar bien montados. El Corte Ingles ha mejorado mucho últimamente.

 Dsc03608Un recuerdo para las tiendas de toda la vida, donde se apiñan los objetos para mostrar todo y mas, esas mercerías de barrio donde casi hay mas productos en sus ventanas que dentro, o las zapatería de abuelo como les llamo yo, donde parece que todo lo que venden sea para mayores de 60 años, seguro que sabéis de que hablo. Hoy casi todas ellas están desapareciendo en beneficio de la invasión China que están acaparando locales por doquier y sin competencia.

Que sería de nosotros sin escaparates que ver cuando estamos aburridos o incluso un poco depres. La crisis ha hecho que muchos queden vacíos, espero que la mala racha pase de una vez y se empiece a notar cierta alegría aunque ahora con la primavera ya vuelve el color, las prendas ligeritas y todo parece que se anima. Y por supuesto, siempre escaparates de tiendas en calle, los centros comerciales, aunque prácticos, son otra historia, nada comparable al placer de pasear y ver los edificios, sentir el calor o el frío, el bullicio, tomarte un café viendo pasar gente… (pienso en la Gran Vía como referencia, próximamente le dedicaré una entrada en exclusiva).

La ventaja es que así como Alicia conseguía pasar al país de las maravillas, nosotros podemos pasar mas allá de los escaparates y comprobar como nos queda todo de ese mundo que nos venden desde fuera. Lo triste es que no siempre es tan maravilloso, te das cuenta que no tienes el cuerpo anoréxico de los maniquíes, ni que aguantarías tanto tiempo con esos taconazos ni… tantas y tantas cosas. Pero bueno, alguna vez si acertamos y entonces se te va la depre, el aburrimiento y te vas mas feliz que una lombriz a casa, que es de lo que se trata.

lunes, 4 de abril de 2011

Sexo, zapatos y JB

Lo aburrido que pueden ser algunos fines de semana y lo entretenidos que llegan a ser otros. La dualidad latente en nuestras vidas se demuestra hasta en lo mas, aparentemente, superficial. Pasamos de la tristeza a la alegría en días, horas y a veces hasta en minutos. De llevar dieta estricta para quitar esos kilos de mas durante la semana laboral al despendole culinario durante el “finde”, del agua al JB. De aquellas tardes de sofá y manta al no parar de este inicio de primavera en la que la sangre parece que al fin se me altera… y de que manera.

Vivimos en el país del Sol eterno, el naciente es de los japoneses. Aquí parece lucir mas horas que en ningún sitio y eso nos da esa alegría que forma parte de nuestro carácter, para lo bueno y para lo malo. El viernes fue uno de esos días en el que el sol ya empezaba a calentar e invitaba a salir con menos ropa que hasta hace poco y comerse el mundo… aunque fuese de rodillas y sin tanta luz…

Pensar en todo lo que pueden dar de si dos días y medio da para un rato, entablar una charla con un desconocido que resulta de lo mas gratificante con cambio de teléfonos incluido, recordar conversaciones que te llevan a conocer a una nueva mejor amiga, o estar en el refugio del silencio hogareño desayunando tranquilamente sin prisas y que una llamada te cambie la tarde de pelis en el Dvd por otra de teatro con paseo incluido por una Gran Vía pasada por agua en la que solo faltaba Gene Kelly cantando y bailando bajo la lluvia. Esta calle de Madrid es la mejor de toda la ciudad, hasta lloviendo.

No se por que hacemos grandes planes algunas veces para intentar pasarlo bien si resulta que cuando mejor te lo pasas es hablando con tus amigos de toda la vida en la mesa de un bar, eso si, con banda sonora de chillidos de niños y con el maldito futbol en la tele a todo trapo de fondo, que mas se puede pedir. De como se puede mezclar en una conversación, o en varias a la vez, Spartacus, Manolo Blahnik, el spinning, la bella durmiente o la represión sexual solo hay una explicación si lo habéis vivido alguna vez. Es como estar con el mando de la tele haciendo zapping e intentar ver varios canales a la vez. Tertulias de bar de barrio en las que te puedes reír sin protocolos y donde lo mismo te comes un bocata de oreja que unas tostas de jamón y tomate ¿frito?

El domingo entre gota y gota estuve viendo Glorious la peor cantante del mundo en el pequeño Teatro Gran Vía, con Llum Barrera. Basada en un personaje real que vivió años 40 en Nueva York, aficionada a la Opera y empeñada en ser una gran diva a pesar de su carente talento al que suplía a base de llenar galas a fuerza de talonario, eso si, intentando cumplir su sueño. No intentéis ir a verla, ayer fue el último día de representación, en Madrid al menos, desconozco si hacen gira por el resto del país. Después un mojito en un nuevo bar en Chueca, en buena compañía y sin prisa pero sin pausa que hoy había que madrugar.

Alguien dijo una vez que los mejores placeres de la vida están en las pequeñas cosas, puede ser que por eso nunca consigamos llegar a ser felices, estamos tan preocupados ambicionando imposibles que no damos importancia a lo que ya hemos conseguido o que tenemos al lado y nos empeñamos en no ver.

Para otros placeres mejor grandes… o muy grandes, para gustos los tamaños, of course.
JB